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“Yo como, tú comes, él come, nosotros comemos, vosotros coméis, ellos NO". Como dice la poeta Gloria Fuertes, se puede decir tanto con tan pocas palabras.
África es el continente del futuro. En esta región del planeta, donde más bebés nacen del mundo. Miles de niños se ven expuestos cada año a situaciones difíciles y traumáticas. La guerra, el terrorismo, la pobreza o los efectos del cambio climático son algunos de los principales problemas que afectan a millones de niños africanos. África también es el continente del cambio. Los avances en educación, el crecimiento económico, la irrupción de la tecnología o la lucha de los movimientos feministas africanos, están transformando la realidad del continente.
Una de las cosas más reveladoras sobre cómo va el desarrollo
de un niño es su mirada.
En sus miradas, he descubierto a lo largo de estos dos meses cosas increíbles. Uno siempre espera que la mirada de los niños sea diáfana, transparente, infinitamente curiosa y, a menudo, obsesivamente traviesa.
Sin embargo, la vida nunca es tan de color de rosa. Hay muchos niños en el mundo que mueren de hambre todos los días, y los niños son, sin duda, los más perjudicados por todas las desgracias que asolan los cuatro rincones de la Tierra.
Pero lo que a mi me sorprende y desconcierta a la vez, es la mirada de algunos niños. Todos los días vemos niños con miradas translúcidas, más propias de adultos, o incluso de ancianos. Miradas nada traviesas, sino más bien tristes y cansadas. Cuando la mayoría de los niños todavía están investigando cómo son las cosas, cómo es el mundo, parece que algunos ya han ido más allá y se están preguntando el por qué. Y quizá, lo que es peor, algunos de esos niños incluso ya se han respondido a esa pregunta.
Como de quien mira no para saber, sino para confirmar. Un toque triste, casi de desesperanza. No estoy seguro de si esa mirada es el resultado de alguna experiencia en el entorno familiar o escolar, ni siquiera estoy seguro de que sus padres o hermanos fueran conscientes de ello. Pero, desde luego, algo en esos niños los había hecho sobre madurar de modo extraordinariamente precoz.
Me produce desconcierto y desasosiego a la vez esa mirada en los niños. Porque me parece algo absolutamente fuera de lugar, algo que podría esconder alguna cosa totalmente inesperada e imprevisible. Habitualmente, no llega a producirme miedo, pero ronda ese vecindario.
Los niños no son una especie diferente, sino que solamente son hombres y mujeres de corta edad, en etapa de educación. Pero igual que alguna vez, contra toda probabilidad, el vino se avinagra en las cubas, cuando no le tocaría, quizá algunos niños circulan a tal velocidad por la vida, que su mirada se vuelve adulta muy pronto, y evoluciona fácilmente hacia la mirada de un anciano. La mirada de alguien que ya se respondió al por qué, y sabe que nada puede hacer para cambiar las cosas.
son pequeños monstruos que nos brinda el progreso. Me gustaría entender por qué, pero no se si después de comprender y entender realmente la profundidad de los pensamientos de esos niños volvería a ver las cosas de igual manera que ahora las veo.
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